Sos probablemente lo más cercano que tenga a una mejor amiga y contra lo que muchos creen, hablar con vos no es prescisamente lo que se espera de una abuela; para ser más concreta: yo soy una monja al lado tuyo.
Ayer me contaste muchas cosas y me mostraste muchas fotos. Eso me encanta. Te dije que quiero hacer un arbol genealogico de la historia de nuestra familia, que tiene enredos dignos de novela mexicana.
Me contaste cosas del abuelo y vos que me dieron mucha gracia, -otras no tanto-. ¡Que pareja, dios mío!
El karma familiar llegó a mí, de alguna manera. La forma de ser, pasó por tu hija, y llegó a mí.
De verdad me hacés muy feliz y me encanta abrazarte, de no ser por el 'problema'. Ud. sabe a qué me refiero, Sra. Mesa. Amo cargarte con eso, pero sí, es injusto, podría haber heredado algo de esos genes españoles yo también! Sí, sres. mi abuela tiene mucho levante, Y CON JUSTA RAZÓN!
También cabe comentar que me acompañaste siempre en mis pasos, fueran hacia donde fueran, y siempre estás orgullosa de mí, no importa la porquería que esté haciendo. Siempre estás ahí para alertarme, aplaudirme, obligarme a comer y ver muchas novelas; como cuando yo era chica y me ibas a buscar al jardín y veíamos Tom y Jerry y Sakura, y comíamos -bueno, comía- sopa y banana. Después me llevavas al jardín y yo arrancaba flores rojas y rosas.
Siempre te considero y consideraré parte de mi más cercana familia. Y vos sabés lo que eso significa.
Infinitas gracias por todo. Te amo, y lo sabés aunque te lo diga poco. Vos tampoco lo decís seguido, sos algo terca y cabezadura, pero das mucha ternura cuando lo escribís o decís.
Volveré pronto cuando me necesite o para charlar con Ud. Sra. Mesa.
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