This is the dawning of the rest of our lives

jueves, 11 de febrero de 2010

Capítulo 2

Capítulo 2
a través de mí

Era como si me hubiera desmaterializado de la tierra. Mi figura humana no se reflejaba en el agua, fueran lo que fuesen lo que me dieron: de eso estaba segura. Me miré desde todos los ángulos posibles. Nada.
Esto tenía que ser un sueño. Había que comprobarlo.
- ¡Liaaaaaaaaaaaaaaaaaaam! ¡Liam, Liam, Liaaaaaaaaaam! – salí corriendo y sin darme cuenta estaba parada frente a la puerta. No sentí mis pies sobre los escalones.
Alguien corrió escaleras abajo para abrirme.
- ¿Mau? –preguntó mientras abría la puerta, quitando de a una las trabas que Rosita había puesto- ¿Qué pasa a esta hora? ¿Por qué gritas así? –agregó cuando finalmente consiguió abrir la puerta. Ni rastro de orejas verdes ni cola de gato, que indicara claramente que estaba viviendo un sueño.
- ¡Tenés que ayudarme! –sin esperar que me respondiera pasé corriendo por al lado de él, me dirigí a la izquierda de la enorme casa y él me siguió. Subí las escaleras a una velocidad por la que debería haberme tropezado, sin embargo mis pies estaban firmes.
Entré en su habitación, la primera del largo pasillo del primer piso. Ignoré el orden que había allí (generalmente solía haber allí ropa tirada, la cama deshecha, partes de computadoras, equipos de sonido y otros aparatos destartalados tirados por ahí. Incluso podrías encontrar peces muertos, una tabla de surf y hasta ladrillos sueltos).
Me arrojé violentamente sobre la cama, pero no la sentí suave contra mi piel, por el contrario, ni siquiera una hebra de algodón se movió bajo mi peso. Tan pronto como me espanté, me paré de un salto sobre la cama y pegué un alarido. Liam entró en ese momento y parecía tanto o más espantado que yo.
-¡¿Podés decirme que mierda pasa?!
- ¡Estoy soñando, decime que estoy soñando! –se pellizcó el brazo izquierdo.
- ¡Ouch! No, no parece… pellizcate vos.
Y como yo seguía en estado de shock, él se aproximó para pellizcarme, y reconfirmé el horror. Su expresión se volvió helada, su rostro se tiñó de un blanco intenso en un instante al ver que al intentar encontrar mi piel para pellizcarla, su mano había atravesado mi brazo. Su mirada se encontró con la mía y nos horrorizamos juntos.
-No puede ser. –concluyó.
-Tampoco me reflejo en tu estanque… -seguía estupefacto mirándome- no siento nada, no siento frío, calor, ¡atravesé una planta con espinas y ni siquiera sangro! –grité.
-A ver, bajate…
Deslicé mis pies por el acolchado sin sentirlo y aterricé en el suelo de parquet con una suavidad insospechada.
Él, pobrecito, transpiraba del horror. Creo que una persona se acostumbra a muchas cosas, pueden pasarte cosas inesperadas pero nunca esperás que de un momento a otro venga alguien y te diga que puede atravesar objetos y no se refleja en los espejos.
La puerta de su dormitorio se abrió violentamente entonces y entró Rosita. Tenía la cara muy arrugada para la edad que tenía, y la camisa blanca que la Sra. Patt le obligaba a usar no le sentaba nada bien. Deslizó la mirada por toda la habitación y yo me preparé un puñado de frases que responderle si me acusaba de haberme escapado de mi casa. Sin embargo, sus ojos recorrieron el pulcro cuarto sin posarse en mí, como si yo no existiera.
- ¿Hablabas con alguien? –preguntó con una insoportable voz melosa.
Liam miró en mi dirección buscando una respuesta. ¿Acaso Rosita no se daba cuenta de que yo estaba ahí, enfrente de sus ojos?
- Sí, con Maureen…-respondió él, sin comprenderla.
-Por teléfono…
Liam no contestó.
-¿Te pasa algo dulzura? Qué ordenadito que está todo, te pusiste a limpiar en serio…
-No, no me pasa nada…sí, por teléfono hablaba.
La expresión de la vieja se endureció. Odiaba que yo me relacionara con él.
Evidentemente Rosita no me había visto, y si las cosas no eran lo suficientemente raras, esto colmaba el vaso.
-¿Me podés explicar qué pasa?
Claro, como si yo tuviera la respuesta.
-¡Si lo supiera! –le respondí de un grito-. Me desperté enfrente de tu casa, estaba parada en el medio de la calle y no siento nada. No siento el calor, el frío, el dolor, no puedo tocar las cosas, sino que las atravieso, no me reflejo en tu estanque y Rosita no me ve –las palabras salían de mi boca verborrágicamente, a gran velocidad.
Mi amigo estaba estupefacto, se acercó a mí e intentó abrazarme.
Intentó, por que sus brazos se cerraron sobre sí mismo, atravesando mi imagen, pero yo no me moví ni un centímetro. El silencio fue eterno, no sabíamos si horrorizarnos, no entendíamos lo que pasaba, pero lo que sí era seguro: no era consecuencia de una sobredosis de anestecia.
-Que alguien me explique como es que algo así es posible… -concluyó él.
En ese momento pasaron dos cosas: el silencio sepulcral de Rose Garden se vio alterado por el repentino sonido de la sirena de la policía. No era una, sino varias. Podría arriesgar que oí cinco a la vez. Cinco patrulleros se apresuraban a llegar ¿adonde? Algo importante debía haber pasado.
Por otro lado, el celular de Liam sonó con una canción de los Beatles. Él, aún noqueado por la información, lo buscó torpemente por los bolsillos de sus jeans hasta encontrarlo y atendió. No alcanzó a pronunciar el nombre de ‘Macy’ cuando oí a una de mis mejores amigas vociferar del otro lado del tubo.
Mi sentido del oído se había agudizado, ignoraba el porque. Así que sin necesidad de preguntar, supe todo lo que hablaban. Y puedo asegurar que me heló la sangre, si es que aún la tenía.
-¡Asesinaron a Maureen! –la voz dulce de mi amiga se quebraba por su propio volumen- ¡¡Asesinaron a Maureen!! ¡La encontraron muerta, la mataron! –su voz se elevó varias octavas en la última frase.
Liam cortó la comunicación y arrojó su celular a la cama. Me miraba horrorizado, buscando una respuesta y yo no podía dársela, estaba más confundida que él.
-¡Vamos!
Abrió de un tirón la puerta de su cuarto e intentó agarrarme del brazo, aunque lo atravesó. Lo seguí hasta abajo oyendo a lo lejos los gritos de Rosita.
-¿Qué pasa, Liam? ¡¿Adónde vas?! –pero mi amigo la ignoró y salimos corriendo al exterior de la casa.
He oído muchas historias sobre fantasmas, pero nunca creí que fueran reales.


IMAGINED&WRITTEDBY JULIETAREGINA*

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