This is the dawning of the rest of our lives

domingo, 7 de febrero de 2010

Cuerpo y alma.

¿Quién dijo que de la muerte a la vida hay un sólo paso?







Capítulo 1


Anestesia.






No entiendo nada. Sólo sé que me desperté en un lugar extraño que desconozco y no puedo hacer nada. No recuerdo que pasó ni porqué estoy acá. Me siento liviana, como si mi cuerpo no pesara. Debo haberme caído y golpeado, por eso no recuerdo nada.
Aún así hay algo extraño: no me duele nada. No siento nada. Mis piernas, mis brazos, todo mi cuerpo se mueve pero no lo siento. Me toco las piernas y no siento el contacto con la piel. Puedo ver todo con una intensa claridad, como si mi vista que ya era buena, hubiera mejorado 1OO veces más. Puedo oir todo perfectamente, como si mis sentidos se hubieran agudizado.
Talvez me robaron (¡Claro, si no tengo mi... no tengo nada de lo que traía, ni siquiera recuerdo haber salido con esta ropa!), me golpearon, me drogaron, no sé...
Ser la hija de un millonario podía ser peligroso, siempre lo supe y por eso me recluyeron desde pequeña como una ave en cautiverio.
Pero eso no es lo que me preocupa ahora. Puedo ver que estoy en la calle, hasta reconozco el barrio privado en el que viven algunos de mis mejores amigos (mi familia no admitía que tuviera otro tipo de amigos). Es de noche, y suele hacer frío en noviembre… pero no lo siento.
La temperatura es exacta, como si hubiera podido configurarla con un control remoto a mi gusto y piacere. Ni frío ni calor.
Debería correr y tocarme el timbre a Liam -mi amigo, que vivía en dicha casa-, pedir ayuda. Estar parada sin moverme no me ayudará a comprender lo que pasa.
Oigo pasos. Se oyen muy nítidos, como si estuvieran más cerca que la persona que veo acercarse por la vereda. La única luz encendida es la del foco que le corresponde a cada casa de Rose Garden, uno de los barrios privados más selectos de Utah. Aún así, la sombra negra intensa se recorta a unos metros míos por el reflejo que el foco produce en la figura humana.
Es Rosita. La empleada doméstica de Liam. Embustera, se roba todo lo que puede de la casa… es más, parece venir con bolsas de almacén (o sea que no son más que las 8) y se está comiendo un chocolate que seguro le encargaron comprar para Mary Lou, la hermanita de mi amigo.
Mejor que no me vea, le va a contar a mi papá que ando de noche sola. Me odia, haría todo lo posible por conseguir que yo me pelee con Liam, lo cuida desde que tiene 2 años, y creo que está empezando a pensar que de verdad es su hijo. Vieja loca. No quiere que se le acerque ninguna chica (¡ni siquiera yo, que soy su mejor amiga!). Va a morir en el intento, ¡el chico tiene 16 años y es rubio y musculoso, no puede pretender que no se le acerque ninguna chica! Corrí hasta el cerezo más cercano y me escondí detrás de unos arbustos. Ni siquiera exhalé aire, mis piernas no sintieron el esfuerzo. Tampoco me arañé con las espinas de la planta, aunque viendo por donde pasé, debería estar llena de rasguños.
¿Pero que importa ahora? ¡Tengo que pedir ayuda! Debo tener un shock emocional por el supuesto robo, o estar bajo la influencia de alguna droga. Me siento rara y no tengo mis cosas.
Rosita se aproxima a la casa, así que mal que me pese voy a tener que aprovechar y pedirle permiso para entrar.
Las espinas me llegan hasta la altura de los ojos, agachada detrás de una planta no gozo de mi metro setenta.
Cerré los ojos y me envalentoné a pasar otra vez por entre medio de las espinas. Me arrastré con manos y pies, esperando sentir el pasto humedo por el rocío, cosa que evidentemente, no sentí. Estos malditos me deben haber dado alguna droga que impida tener reflejos o alguna anestesia local… en todo el cuerpo.
Abrí los ojos lentamente esperando ver el cerezo, pero me llevé una sorpresa al descubrir una espina, que, por su cercanía, debería tener incrustada en un párpado. Solté un alarido de espanto, no de dolor, porque gracias a esa anestecia no sentía nada. Volví a cerrar los ojos y atravesé el tramo que faltaba. Me incorporé de un salto aún sin ver. Me dio miedo abrir los ojos así que me pasé los dedos desde el lagrimal para tantear la sangre que seguro debía tener. Obviamente mi mano no dio señales de haber rozado ningún tipo de materia. Esto era muy inusual, quisiera haber sido operada alguna vez para saber si se siente lo mismo. Me miré la mano: seca. Sin sangre, nada. Ni un puntito.
El portazo que dio Rosita al cerrar la puerta de entrada me sobresaltó y recordé que debía pedir ayuda. Aunque psicológicamente me ardía el ojo. (sí, psicológicamente: porque no sentía el ardor, pero sabía que debía arder, y si no sucedía ahora, me ardería después, cuando se fuera la anestesia).
Bien, si no sentía sangre, mi ojo debía estar perforado al menos… pude ver esa espina demasiado cerca de mí. ¡Malditos arbustos! Si tan sólo hubiese tenido un espejo…
…el horrible estanque que la Sra. Patt (esposa del papá de Liam) había añadido al ex perfecto frente de la casa podía servir de algo. Crucé la calle de arena blanca exclusiva traída desde Sudamérica y me dirigí al horrendo agregado. Gracias al cielo (no, a la Sra. Patt, que por fin había hecho algo bien) había un foco que alumbraba bastante, porque ella quería ver por la ventana de la cocina quién se acercaba a tocar el timbre (no vaya a ser cosa que una de sus amigotas gordas y adineradas se acercara a chusmear y la vieran sin maquillaje).
“Como el estanque era profundo y había bastante luz, si me ponía en el lado este del estanque, debería poder reflejarme a la perfección” pensé mientras caminaba sin esfuerzo alguno.
Mientras me acercaba pude advertir que el foco no producía en mí ninguna reacción. ¿Cómo explicarlo? Literalmente: no tenía sombra. La luz pasaba de largo como si yo no existiese, como si mi cuerpo no estuviese ahí y seguía hasta toparse con un pino.
Bueno, era probable que las drogas hubieran producido algún efecto colateral y mi visión estuviera distorsionada (claramente lo estaba: no tenía tan buena vista desde que nací.)
Realmente el efecto de la anestesia, drogas o lo que fuera me estaba preocupando. No sabía nada, no entendía nada, no sabía nada de mi familia, se estarían preguntando adonde me metí… pero había algo que hacer antes.
Me acerqué al estanque, que ya reflejaba la escalera de roble y ahí fue cuando crucé la barrera entre lo extraño y lo paranormal.
No me reflejaba en el agua.








IMAGINED&WRITTED BY JULIETAREGINA*


1 comentario:

Macagiraldez dijo...

Me re gusto amigaaaaaaaaaaaaaaaa ( L ) en especial la parte de " ¡el chico tiene 16 años y es rubio y musculoso, no puede pretender que no se le acerque ninguna chica! " JAJAJAJAAJ.
Estoy ansiosa por ver el 2 capitulo, aparecera ella ya? Muajaja, No lo se, pero ahora quiero saber como sigue asi que HAZLO! jajaja. lo ve u so mu ch